La
alegría de los niños cuando juegan se percibe de forma inmediata. Cualquier
persona que mire a un niño pequeño absorto en el juego se da cuenta, por una
parte, de la seriedad con que lo hace, y por otra, de que no tiene presente
ninguna meta en concreto. Los niños/as no juegan para aprender o para
desarrollarse, lo hacen porque les gusta jugar.
Jugar
es necesario para que se produzca un desarrollo saludable. Durante el juego los
niños/as acumulan todo tipo de experiencias y aprenden con ellas a conocer la
vida y la cultura en la que viven. Jugar, trabajar y aprender constituyen,
hasta que alcanzan la edad de la escuela primaria, una unidad indivisible, una
única e intensa experiencia. La totalidad del dominio corporal, el desarrollo
de los sentidos, el habla y el pensar, así como el trato social, todo ello lo
practica y lo adquiere el niño jugando, trabajando y aprendiendo. Saber que los
niños pequeños sueñan cuando están jugando y que perciben el tiempo y el
espacio de una manera muy distinta a la nuestra, nos puede ayudar a crear unas
buenas condiciones para el juego infantil.
Los
juguetes, es decir, todos los objetos con los que el niño/a juega, deben ser
resistentes, no pueden haber sido fabricados con pinturas tóxicas o piezas
pequeñas y frágiles. En general, son recomendables los juguetes de madera, que
son más resistentes a las ganas de descubrir e inspeccionar infantiles. Los
niños pueden llegar a cogerles mucho cariño, puesto que no se rompen al cabo de
poco tiempo. Además, cuando hay que arreglarlos debido a tanto “ajetreo”, los
niños lo encuentran muy interesante, les gusta mirar y ayudar, y así podrán ir
aprendiendo poco a poco que no todo es de usar y tirar.
En
definitiva, ya de todos es sabido la gran importancia que posee el juego en el
desarrollo infantil, por ello, los mayores debemos tener la sensibilidad y los
recursos necesarios para crear una buenas condiciones para ello, fomentando la
creatividad y la imaginación como vehículos primordiales de la socialización y
el aprendizaje.
Fuente: "De uno a cuatro" Autores: Paulien Bom y Machteld Huber Artículo publicado en 28300magazine Nº 29
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